martes, 12 de julio de 2011

"Wreck Of a Transport Ship" (Ian Noble)

              No creo que puedan diferenciar quien soy, ni yo puedo encontrarme, pero recuerdo haber esta en aquel bote a la derecha. Ahora les contare la historia de ese día. Era un día especial, soleado y con una brisa marina increíble, era mi cumpleaños y estábamos volviendo a casa. CUIDADO CON EL CORTE DE LAS PALABRAS AL BAJAR DE LÍNEA
              Todos festejábamos en la cubierta, había una excelente banda tocando. Estábamos todos ahí, el capitán, los oficiales de cubierta, el maestre, el patrón, los marineros y los militares, hasta los de el departamento de maquinas disfrutaban de la fiesta, menos mi amigo John White, el era un viejo marinero y este era su ultimo viaje, luego se retiraría. Antes de zarpar del cabo san Lucas el había visitado una gitana, y esta le había predicho que en el ultimo viaje que el realizara, vendría su fin, y el de todos los que lo acompañaban. Esto lo había puesto muy nervioso, durante los 3 meses que habíamos viajado el no había abandonado su puesto para nada. Ese día el no paraba de repetir que tenia un mal presentimiento, pero nadie le prestaba atención, era mi cumpleaños y queríamos divertirnos.
             Ya cerca del anochecer, muchos de nosotros embriagados o cansados, sucedió lo peor. Los cañones de un barco enemigo apuntaban hacia nosotros . Al verlo, todos corrieron a sus puestos, pero yo sabia que era muy tarde. Mi amigo John White y yo corrimos hacia los botes de escape. Antes de que lo pudiéramos bajar, ya nos hundíamos, resulta que nos atacaba una flota enemiga entera, alrededor de 10 buques de guerra. Bajamos el bote lo mas rápido posible, y nos subimos. Nuestro amado barco yacía sobre el mar. Fue horrible verlo. No había tiempo que perder, tomamos los remos, zarpamos las velas y nos alejamos lo mas rápido posible de la escena.
               Flotamos sin rumbo durante días, no teníamos comida, y éramos 4 en el bote. Todos estábamos muy débiles, ya nadie remaba. Los integrantes del bote éramos yo, John White, el éramos William Wallace a quien todos criticamos, porque un verdadero éramos se hunde con su barco y Pete O'connor, un marinero común. Eran días interminables, nada que hacer, un hambre asesina y un compañero de carne y hueso a tu lado. Debo admitir algo de lo cual no estoy orgulloso: durante esos días llegue a tomar en cuenta en comerme a uno de mis compañeros, no, en realidad, al capitán, la persona que menos valoraba en ese momento.
               Al tercer día, ya agonizando, divise tierra, al instante saque toda la energía restante en mi cuerpo y comencé a remar. Parecía mas cerca de lo que estaba, porque reme durante 10 minutos hasta que mis brazos cayeron duros al piso y todavía no habíamos llegado. Ya cerca de tierra, me di cuenta en donde estábamos, Liverpool, donde yo, William Turner, había nacido.


"Wreck of a Transport Ship" de William Turner

domingo, 3 de julio de 2011

El amor en el tiempo (María Clara López)

Creo que la mejor forma de comenzar esta historia es presentándome. Soy Mary Sparks. Si pudiesen observar  este cuadro con detenimiento, podrían ubicarme en el puerto junto a  toda esa gran multitud de gente. Sí, yo estoy allí, como lo he estado todas las tardes desde hace 35 años. Sólo observando a los barcos que se acercan, con unos ojos llenos de esperanza,  esperanza de poder  verlo acercarse hacia mí tal como él lo prometió.
Tengo 57 años, y después de 22 años que llevo haciendo esto no me he rendido. Lo conocí a John cuando era una niña, prácticamente nos criamos juntos en un pueblo en las afueras de Texas, Estados Unidos . Nuestros padres trabajaban en el mismo negocio ganadero en el campo y vivíamos a medio kilómetro de distancia.  A los 18 años comenzamos a estar perdidamente enamorados uno del otro, así que al cumplir los 20 decidimos casarnos. Se aproximaba la Primera Guerra Mundial de la cual nuestro país no quedó afuera.  El 24 de julio de 1919 (John y yo llevábamos dos años felizmente casados) llegó a casa esa carta que luego cambió nuestras vidas, lo llamaban a John a formar parte de La Fuerza Armada de Marines de los Estados Unidos, y debería partir en menos de un mes. Recuerdo muy bien nuestras últimas semanas juntos y la maravillosa noticia que recibimos durante ese período, estaba embarazada de dos meses de mi único y amado hijo Henry. Todo estaba perfecto, John viajaría el 20 de agosto de 1919 para regresar  en marzo de 1920, y en abril de ese mismo año recibiríamos juntos a nuestro bebé. Prometí escribirle cada día durante su ausencia, y él por su parte prometió  regresar para continuar nuestra maravillosa historia. No fue así,  recibía cartas de él cada semana durante cinco meses, la guerra avanzaba y empeoraba cada vez más, pero el amor me mantenía fuerte.
Una lluviosa tarde de diciembre llegó la carta que nunca nadie quisiera recibir. John había desaparecido en un inesperado ataque de los franceses y nadie lo había vuelto a ver, lo dieron por muerto. Pero yo no me rendí jamás y no pienso hacerlo.  Crié a Henry sola con toda la fuerza que me había dado el amor de mi marido mientras estuvimos juntos, aún no pierdo la esperanza de encontrarlo por eso lo espero y lo esperaré aquí por siempre.

Sólo hay que querer (López María Julieta)

Había vivido allí desde que tengo memoria. Mi nombre es Jonathan Hierson, y nunca conocí a mi familia biológica. Fui criado por un humilde pescador comerciante llamado Frank, y su esposa Jena.  Vivíamos en una gran ciudad, llamada Braunklin, ubicada en un archipiélago en medio del Atlántico. Nunca había salido de allí, hasta cumplir los 17. Fue en 1800, la economía de la ciudad  estaba empeorando, y la gente del pueblo trabajaba el doble para conseguir lo indispensable. Recuerdo muy bien esa noche, discutían sobre mí, de que ya no podrían mantenerme, y planeaban mandarme a las fuerzas armadas, para que el Estado se encargara de mis necesidades, que ellos ya no podían cubrir. Pero ese no era mi proyecto; quería viajar, conocer el mundo, había escuchado historias sobre civilizaciones más avanzadas, . ¿Quién sabe? Por ahí encontraría algún sistema económico que salve la economía de nuestra ciudad, y logre llevarla adelante.
         Al plantearles la idea a mis padres, su primer reacción fue de desaprobación, me creían muy pequeño como para mantenerme solo, y si me daban su permiso, se sentirían responsables por cualquier desgracia que pudiese sufrir. Pero ya habían hecho su deber conmigo, debían dejarme ir. Me sentía preparado, había ahorrado desde pequeño un penique por día y eso me ayudaría para mantenerme el primer tiempo solo. Finalmente, los convencí, prometí visitarlos cada primavera y escribirles frecuentemente. El 24 de octubre de 1802 me embarqué en la fragata La María, como empleado de servicios. Definitivamente, no era la tarea más agradable, fregar pisos, lavar la ropa, y demás. Pero siempre desde abajo se empieza a subir.  Tiempo más tarde, recibí noticias de mis padres de que la ciudad había superado la crisis. Me alegré mucho por ellos, ya no estaría tan preocupado, y ellos vivirían más tranquilos.
 Me fue bien (debo confesar) Actualmente soy capitán, de una flota de 3 barcos, pero todos los 24 de octubre vuelvo a Braunklin, mi lugar natal, para visitar a mis padres, que siempre están  esperándome, en la isla este  del hermoso archipiélago.
 A pesar de haber conocido muchísimos lugares, ninguno se compara con este, con su cálido ambiente, y dulce paisaje. Disfruto tanto al volver, porque me reencuentro con la gente que me quiso desde siempre. 


"Gran vía Bilbao" de Antonio Brugada

El rapto de las Sabinas (Braian Beker)








Yo soy el hombre de la derecha, apunto de lanzar la lanza (frase redundante) y esta es mi historia.
Nosotros, los romanos, estábamos en plena guerra con los sabinos ya que ellos nos inculparon de traición por habernos casado con las mujeres de su ciudad aunque ellas estuviesen de acuerdo. Nosotros debíamos casarnos con ellas, ya que después de que Rómulo fundase Roma nos encontramos con el problema de que no teníamos mujeres con las que nos pudiéramos casar y continuar con las próximas generaciones romanas. Luego de habernos inculpado de traición, se desato una guerra en la que varios hombres morirían pero debíamos mostrar nuestra superioridad militar ante los sabinos.  
Los días de los preparativos de la guerra fueron los más difíciles. Roma apenas había sido fundada y por ende apenas teníamos un ejército preparado para luchar contra los sabinos. Nuestro ejército junto las armas y al campo de batalla fuimos. Vimos como las filas de ellos se desplegaban estratégicamente sobre el territorio pero sabíamos que íbamos a salir vencedores. Nosotros podíamos no tener un ejército tan grande como el de ellos pero nuestros hombres eran entrenados desde muy pequeños en las artes de guerra. La guerra había comenzado.
En medio de la lucha, se interpusieron entre nuestro ejercito y los sabinos, nuestras esposas las sabinas. Ellas exclamaron que las más lastimadas por esta guerra serian ellas ya que los hombres sabinos asesinados serian sus padres, hermanos, tíos, etc. y si los romanos morían, serian sus maridos. El enfrentamiento paro y pudimos llegar a un acuerdo, nuestro rey Rómulo y el rey Sabino pasarían a gobernar los dos pueblos y así pudimos llegar a una paz.

Mangiatori di meloni (Lucas Masucci)

Yo soy el chico de la derecha. A partir de este cuadro voy a narrar mi historia.

Nosotros vivíamos en España y eramos una familia de burgueses, muy rica y muy reconocida en nuestra en región. Nosotros estábamos atravesando un momento económico muy bueno. Viviamos en una mansión teníamos mucho oro y muchas tierras y, aunque no lo crean, teníamos mas poder que la monarquía de ese entonces. En nuestras tierras, los empleados cultivaban el melón. Mediante esta descripción ustedes se deben de estar imaginando de cómo pase de ser tan rico a ser tan pobre.
SANGRÍA AL COMIENZO DE LOS PÁRRAFOS
Mi familia era numerosa y mi padre era el que manejaba toda la riqueza. Teníamos muy buena relación con todos ellos, pero yo, junto a mis hermanos, odiábamos a nuestra hermana. Ella era muy ambiciosa y egoísta, y siempre quiso la riqueza de nuestro padre. Pero mi padre nunca se dio cuenta de eso. Pero, la crisis del siglo XIV, la cual involucro una peste golpeo fuerte en nuestra familia matando a todos mis abuelos, tios, primos, 2 de los 5 (dos de los cinco)hermanos que eramos y dejando  en cama muy enfermos a mi madre y padre. Mi padre había hecho un documento, el cual firmó para que mi madre herede todo, en vez de quedarse mitad mi madre y la otra mitad se dividiese en los hermanos. Mi padre murió y el documento se completo al pie de la letra, todo para mi madre. Mi madre estaba en cama muy enferma, y, mi hermana, muy astuta, se aprovecho de la situación. La cuidaba todos los días y se gano el amor de mi madre, la cual le paso toda la fortuna a ella.

Murió mi madre, y mi hermana, poseedora de la fortuna, nos obligo a mí y a mí hermano a trabajar en sus tierras y a cultivar y comer solo melón.     

sábado, 2 de julio de 2011

Dans le jardin (Ludmila Sukolowsky)

           Desde muy pequeña supe lo que quería hacer, nunca dudé en ningún momento. Pero a causa de los problemas económicos que atravesó mi familia nunca pude estudiar y perfeccionarme. Vivíamos en una granja, mis padres se dedicaban a la cosecha, pero a pesar de ello mi madre siempre soñó con ser una gran pintora. Tenía un talento natural, era maravillosa en lo que hacía. Pero era solo un pasatiempo, ya que no tuvo el tiempo ni el dinero necesario para dedicarse a ello. Yo recuerdo que amaba verla pintar, me llenaba de esperanza. Ella siempre me decía que no dejara de soñar, que en algún momento yo iba a poder dedicarme a lo que realmente amaba.
     
            A mi, siempre me interesó todo eso, era una forma de expresar todo lo que sentía. Pero me veía obligada a ayudar a mi familia y lo dejé de lado. Los años pasaron, y mi madre se enfermó. Los medicamentos eran muy costosos. Tuvo que someterse a varios tratamientos, pero ninguno efectivo en fin. Al poco tiempo murió, fue terrible tanto para mi padre, como para mí y mis hermanos. Nos sentíamos perdidos, ya no encontraba sentido en seguir quedándome allí. 

          Fue una decisión dura, tenia que elegir entre quedarme con mi familia, o perseguir nuestro mayor sueño. Digo nuestro porque no era solamente mío, sino también el de mi madre. Luego de mucho pensar, decidí irme a la ciudad. Con mis pocos ahorros pude alquilar una habitación en una pensión. Me mantenía pintando pequeños retratos en las calles, hasta que un día, una señora dueña de un importantísimo museo, me ofreció presentar en él, este  retrato mío, en el cual me encuentro pintando. Yo acepté sin dudarlo, y fue lo que me abrió las puertas a un futuro en el cual pude hacer lo que realmente amo.

EL GRAN CAPITÁN (Martina Triñanes)


Es el peor recuerdo que tengo en la memoria, fueron los peores meses de mi vida.  Soy un ex combatiente, fui convocado para luchar en una guerra totalmente absurda y es el día de hoy que no logro olvidar todos esos momentos traumáticos en mi vida.
Fuimos avisados solo dos semanas antes que iríamos a luchar por unas tierras. Yo tenía solamente veinte años y tuve que dejar todo para poder ir a defender a mi patria. Estaba en una etapa de mi vida en la que lo único que hacía era disfrutar y pensar en futuros proyectos, y de una semana a la otra pasé al sufrimiento pleno. Nadie estaba realmente preparado para ir a pelear. No éramos soldados profesionales ni contábamos con los elementos básicos y adecuados para enfrentar un conflicto de esta envergadura.
Fue una guerra que duró tres meses aproximadamente, no fue larga pero la tortura de estar ahí era interminable. Al principio era una experiencia nueva, y más allá del miedo y la incertidumbre de saber que iba a pasar, había otros sentimientos. Se juntaba una suerte de ansiedad, de incógnita y de emoción que me llevaban a pensar que la causa tenía sentido. Pa
Parecía que teníamos control de la situación, estábamos tranquilos. Pero cuando creíamos que todo estaba terminado, una flota con mayor armamento nos dejó con menos de la mitad de los soldados. Solo diez personas logramos salvarnos. Yo soy el que tiene en sus brazos a un compañero que acababa de ser herido. No dudé ni un instante en ir a ayudarlo a pesar de haber sido herido en la pierna izquierda.
Jamás me arrepentí de haber hecho lo que hice. Porque si bien pude haber  muerto tratando de rescatarlo, hoy puedo decir que ambos estamos vivos. Nunca hubiera estado en paz con mi conciencia de no haber sido así.

La Feria (Sofia Bino)


       Abajo, a la izquierda del cuadro, me encuentro yo. Aquel fue un día inolvidable. Los faroles iluminaban la extensa planicie sobre la cual se extendía  la peculiar feria. Una llamativa agrupación de tiendas coloridas y estructuras mecánicas, con el único propósito de entretener. Al llegar a la entrada, mi abuelo recibió los dos preciados boletos a cambio de unas escasas monedas. La desvencijada reja que nos separaba de aquel místico mundo de entretenimiento se abrió súbitamente. Al entrar, mis ojos no podían dar crédito a las fantásticas  instalaciones. Mi joven mente se esforzaba por comprender aquel   extraño entorno de vistosos colores. Mi nutrida imaginación otorgaba vida a los dragones pintados en las telas y magnificaba  aún más la extensión de la imponente montaña rusa. A mi infantil entender, aquella fila de vagones acariciaba las nubes.
       Comencé entonces a recorrer las tiendas en busca de nuevas y gratas sorpresas. De pronto, oculto entre cartelones, divisé  a un hombre tatuado de pies a cabeza. Vestía unas bermudas y sostenía un cuaderno en sus manos. Las arrugas de su rostro apenas se ocultaban bajo las artísticas ilustraciones. Mi abuelo, agotado por la incesante caminata, se sentó en un banco cercano. Su desgastado sombrero le servía a la vez para abanicarse. Como era de esperarse, mi infantil y frenética  versión, continuó recorriendo las tiendas. Fue así como me encontré con un grupo de payasos. Estos realizaban increíbles piruetas acrobáticas y reían a carcajadas de sus propios trucos. Al finalizar el acto, su entusiasmo y creatividad fueron recompensados con un merecido aplauso.
Finalmente, repuesto de su cansancio, mi abuelo me indicó que era tiempo de marcharnos. Una vez atravesada la entrada de la feria, regresamos al mundo real, dejando atrás una tierra misteriosa de naturaleza surrealista. 

La guerra en la Edad Media(Ignacio gallo)


      Era una horrorosa tarde de verano ,recuerdo que yo, Bernardo,estaba parado sobre un trampolin .Al mi alrederor habia una guerra que parecia nunca terminar.Yo era un poderoso emperador que solo trataba de conquistar un barco del enemigo.

       Recuerdo que yo estaba con mi lansa y mi escudo tratando de protegerme de las flechas .Trataba de matar a casi todos los enemigos, pero sentia que nunca más morian.Derrepente ovserve a mi izquierda que habian asasinado a mi mejor amigo.La bronca de ese momento fue indescriptible,era una mezcla de :odio,nerviosismo,furia,etc.Al ver esa imagen de mi amigo muerto comense a ascecinar a cada uno de mis oponentes tratando de destrurlos por completo. Ya habia pasado medio dia desde que habia empesado la guerra . Yo ya estaba cansado de pelear .Mi objetivo prinsipál  era llegar hasta el capitán del barco .Lo más extraño era que desde que empesó la guerra el capitán había desaparesido.Lo busqué como loco ya que si no lo ascesinava, nunca se rendirian.Corri por toda la nave, yegue a los camarotes y vi al capitán abajo de una cama y lo ascecne.Y a partir de ese momento terminó la guerra que en su momento era interminable.

Cada vez que recuerdo esta guerra me provoca tristésa por mi amigo, pero a la vez me causa alegría por haberla ganado.Espero que nunca me olvide de esta guerra ya que me gustaría contarsela a mis nietos y que perdure por toda la vida.

Cecilia en el balcon. (Florencia Correa)

          Mis piernas temblaban en ese momento. Lo recuerdo como si fuese ayer, ese error que cometí. Todas estábamos muy nerviosas. Entre nosotras se había formado un grupo muy unido, todas podíamos confiar en cualquiera de nosotras, pero justo ese dia no fue el caso. Ese día, 4 de julio, era el examen y ninguna podía confiar en nadie, ya que todo el sacrificio que habíamos hecho; los juanetes, la falta de sueño, contracturas junto con muchas cosas, hoy valdrían la pena. Pero los jueces solo eligirían a una.
         Según lo que había leido, ni la primer ni la última sería la elegida para bailar junto con las mejores bailarinas de ballet de todo el mundo. La primera, porque estaría tan nerviosa que por más que haya elongado lo suficiente, sus músculos se contrairían y se equivocaría, le faltaría el equilibrio del temblor o la silicona de sus zapatillas de punta se correrían y sus pies razparían con el yeso. La segunda porque los jueces estarían demasiado cansados o ya habrían elegido a una.
        Sin embargo, me tocó ser la primer examinada. Era tanto mi temblor que hasta empecé a sentir que la temperatura me subía. Para comenzar debía ponerme en primera posición, pero me distraje por el calor y empecé en cuarta. Sentí que el dedo meñique se deslizaba lentamente por el sudor y me raspaba con el yeso de las puntas. A pesar de todo eso, no me dí por vencida e imaginé que estaba en una práctica. A las demás les había ido muuy bien, pero sin embargo yo fuí la elegida.
 Viajé a Alemania, pero con el tiempo ya no ví más a  mis excompañeras, las extraño mucho. A mi familia tampoco la veía muy seguido. Ahora ya soy demasiado grande, tengo 97 años. Me arrepiento de haber imaginado esa práctica y haber sido elegida. Lo único  que conseguí con eso fue más sacrificio y la falta de afecto entrte mi vida social y familiar.
Por eso, decidí antes de morir dibujar esa escena tan incómoda y esta carta para que no vuelva a suceder. En esta pintura me pueden ver en cuarta y errónea posición y a todas mis amigas elongando para seguir siendo ellas con su vida común.

La gran pesca (Manuel Carrusca)

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  Recuerdo ese día como si fuera hoy (revisar la frase). Era un fresco atardecer de jueves, en época de primavera. A pesar del frio mi amigo y yo habíamos decidido ir de pesca ya que este plan lo habíamos postergando muchas veces y esta vez no volvería a pasar.
Alrededor de las 6 de la tarde embarcamos y nos dirigíamos(dirigimos) hacia un arrecife de la zona, que quedaba a unos 10 minutos a remo. Al llegar al arrecife, no perdimos tiempo y lanzamos las canias. Nuestro entusiasmo era grande ya que habíamos oído en las noticias que el arrecife estaba recibiendo nuevas especies de peces, y en abundancia . La pesca no podía fallar, excelente hora,  excelentes condiciones en el arrecife, todo a nuestro favor.
 Pasaron 2 horas y solo habíamos pescado 3 mojarritas. Yo convencía a mi amigo (de) que nos volvamos, hacia frio y la pesca era aburrida. Pero el insistió en seguir y por eso nos quedamos. Minutos mas tarde, comenzamos a ver una pequeña luz que se acercaba cada vez mas. Al acercarse por completo, visualizamos que era un bote de la prefectura (revisar la coherencia de la frase), que llevaba encima 3(tres) agentes armados. El miedo que sentimos en ese momento es inexplicable, pero yo intente controlarme para poder hablar con el oficial. El me decía que en este, como en todos los arrecifes de la zona, estaba prohibida la pesca, y que por lo tanto deberíamos abandonar la zona inmediatamente. Al escuchar esto no nos quedo otra (cosa) que obedecer las palabras del oficial. Agarramos nuestras cosas y nos subimos a su bote.
 Inmediatamente nos dejo en la costa y nos aconsejo que valláramos a nuestros hogares lo antes posible ya que estaba refrescando.
Cada vez que miro esta foto con mi amigo, nos empezamos a reír. Todo lo q paso fue absurdo pero a la vez fue una experiencia que nunca vamos a olvidar

Place du Forum (Amy Hortis)

   Las paredes de ese bar podían contar muchísimas historias de diferentes clientes que lo visitaron alguna vez. Al fin de cuentas llevaban por lo menos 150 años de servicio. Pero hasta ese día no podrían haber contado una historia como ésta.  
   Yo trabajaba como agente secreto para una gran empresa de Estados Unidos y estaba en la que sería la misión más importante de mi carrera. Mi objetivo, junto con mi compañera Olivia, era atrapar con vida a C. Towne. Este hombre era la mente detrás de una organización de terroristas que conspiraban contra nosotros y lograron evadir todas nuestras estrategias para atraparlos, pero no esta vez.
   Las pistas nos guiaron al punto de encuentro donde se llevaría a cabo la última reunión antes de poner el plan en marcha. Un pequeño bar en Arles, Italia. Ahí se juntarían los dos primeros al mando como un encuentro casual, evidentemente así no levantarían sospechas.
   Al llegar, el bar no se veía como un lugar donde dos líderes terroristas se juntarían. Que astutos. Nos pusimos en posición. Olivia se sentó en la primera mesa ocupada de la izquierda, y yo me apoyé sobre la pared, al lado de la puerta. Unos minutos más tarde, dos hombres se sentaron en la mesa a la izquierda de Olivia. Towne vestía un saco oscuro y su acompañante, conocido como Collin, un saco rojo.
   Luego de un tiempo Collin se dirigió hacia el interior del bar, pasando al lado mío. Traté de no mirar en su dirección pero al darme vuelta pude notar que él no había reparado en mí mientras se dirigía a los baños. ¡No podía ser que se hubiesen dado cuenta! Cuando confirmé que había entrado por la puerta del baño para hombres, busqué a Olivia con la mirada y descubrí que ya no se encontraba ahí. Corrí hasta la calle y pude ver que Towne doblaba la esquina sujetando a Olivia. Corrí y seguí el mismo camino que ellos habían tomado, y al doblar la esquina los encontré enfrentados a mí. Towne sujetaba con una mano la boca de Olivia y con la otra sostenía un arma apuntando a la cabeza de ella. No pude soportar ver a la mujer que amaba en esa situación espantosa y actué impulsivamente sacando un arma del bolsillo interno de mi saco. Towne no esperaba una reacción así, quizás esperaba minutos de silencio mirándonos fijamente. Olivia aprovechó esos dos segundos de vacilación del hombre para pegarle en el pecho con su codo y luego dejarlo inconciente con otro. Después de todo éramos profesionales... Collin llegó un segundo después de este acto y ahí fui yo el que no lo dudó: saqué mi arma y hábilmente nos liberé de esta segunda amenaza.
   Muchas veces desde entonces volví al bar. En sus paredes ahora puede leerse una nueva historia con un final de amor escrito entre Olivia y yo.

- Las Meninas - ( Macarena Ona del Lago Gomez Wosco)

REVISAR LA CANTIDAD DE PALABRAS (La historia puede expandirse para alcanzar la cantidad de palabras pedidas en la consigna)

     Caminando por los pasillos del teatro, tratando de encontrar el baño, abrí la puerta de una habitación en la cual se escuchaba un bullicioso parloteo y me encontré transportado en la historia.
       Allí estaba el gran pintor Velázquez pintando su famoso cuadro de "Las Meninas". Lo más grac oso fue que al escuchar el ruido de la puerta abrirse, todos se quedaron quietos, estáticos como si fueran figuras de cera. Fue tan espectacular el momento que sentí correr por mi cuerpo un viento frio que me hizo estremecer.  ¡Era todo tan real! La caracterización estaba tan bien realizada que al abrir la puerta pensé que era un túnel del tiempo que me había llevado hasta el palacio de Madrid.
      Pero en realidad me encontraba en el Teatro Colon, a menos de media hora de que comience la representación de la vida de Velázquez, uno de los pintores naturalistas mas importantes de la historia.


           

viernes, 1 de julio de 2011

ALTA SOCIEDAD (Luciana Miranda)


     Una noche 
más de viernes, en la cual todos los amigos de los jefes vienen a la mansión. Comidas exquisitas, banquetes inolvidables, ropa de la mejor marca, el mejor vino, la mejor vajilla.
     Desde afuera se podía observar la felicidad de los invitados. Yo me encuentro siempre junto a una silla marrón callada y al servicio de cualquiera de los invitados que me necesite. Antes de cada banquete vienen a informarnos a mí, a mi amiga Roberta y Juan el mayordomo, qué debemos hacer y qué clase de gente va a venir la misma noche. Siempre nos hacen asistir en perfectas condiciones con el delantal impecable. Sin ninguna falta, todo se encontraba reluciente y en el mejor estado. Siempre lo describo como una cajita de cristal.
     Sin embargo nada es lo que parece.Mientras volvía a la cocina escuché que desde el baño se escuchaban llantos, me aproximé, golpée y pregunté si estaba todo bien. La puerta se abrió y salió una muchacha con un vestido largo negro de encaje, se veía hermosa, me miró y me dijo: 
- Gracias, no se preocupe. Me suele pasar seguido. 
No quise entrometerme ya que luego podría traerme consecuencias con mi jefe. Sin embargo conteste: 
- Ni lo mencione, a pesar de que solo llene las copas o limpie los platos, si usted me necesita también estaré para escucharla. 
  La muchacha no pudo soportar el llanto y me abrazó. Podía percibir que estaba realmente dolida, y sin que yo diga una palabra comenzó a hablar: 
- Llorar es algo habitual en mi vida. Nada de lo que me pasa me hace feliz. Este banquete puede parecer perfecto en todos los sentidos, pero sentirte dentro de esa clase de gente hipócrita y obsesionada por el dinero,no es nada perfecto. Vivo engañada por mi marido y no tengo amigas, mi madre murió a comienzos de año y ya no tengo nadie que me escuche. Las esposas de los amigos de mi marido son tan hipócritas que hablan mal de otras delante de mí y cuando están delante de ellas hacen como si fuesen personas increíbles. Todo el día hablando de la nueva colección de Channel y quien de ellas gastó más plata en el shopping. Siento que a esta altura no tengo el amor de nadie, me siento sola, vacía. 
          Me quedé perpleja. No supe qué responder a semejante confesión. Me miró y dijo: 
- No se preocupe. No diga nada. Igualmente agradezco su amabilidad y créame puedo tener la mejor ropa, el mejor auto, la casa más linda. Pero no sentir amor, eso es realmente sentirse vacío.
       Vi a la muchacha marcharse con la frente bien en álto y como si nada hubiese sucedido. Ahí entendí que nada es lo que parece, y tener bienes materiales y banquetes importantes no van a hacerte más feliz, tan solo el simple acto de sentir amor puede llenarte completamente de felicidad.




LAS AMAPOLAS (LUCIA BERZE)

SANGRÍA AL COMIENZO DE LOS PÁRRAFOS
            ¡Estoy muy cansada! A pesar de este hermoso día soleado de principios de verano, mi corazón se siente agobiado por el peso de mi angustia.
Salgo a caminar por los prados florecidos con mi sombrilla y mi sombrero favorito. Trato de sonreír a mis hijos y vecinos al cruzarlos por el camino…pero no sé hasta cuando podre ocultar la verdad. Mi esposo, el gran pintor, el artista más reconocido y respetado de este pequeño pueblo en el que vivimos, me mira con amor, mientras pinta la escena de este hermoso campo de amapolas. Sus ojos me miran y sé que ha llorado, seguramente inquieto ante la perspectiva de un futuro incierto.
           Estoy muriendo. Los médicos nos han dado pocas esperanzas. Dicen que la tuberculosis es mortal en estos días y temó al sufrimiento.
          Mientras pienso y camino por el campo, el color de estas flores inunda mis pupilas. A lo lejos, mi hijito pequeño corre con alegría, intentando cazar mariposas. Una suave brisa acaricia los pétalos y mis cabellos bajo el sombrerito blanco.
         De pronto, el viento se detiene y siento un remolino alborotando mis pies. Un dolor profundo en el pecho me obliga a parar y llamar a Claudio, mi esposo, con la mano. Nervioso y preocupado, corre a mi lado y me toma entre sus brazos. En ese instante, me desmayo. Siento su voz que me llama a lo lejos y las voces de mis hijos gritando mi nombre. ¡Qué extraño! En este momento sólo siento el sonido del viento que me acaricia con una suave melodía. El dolor ha desaparecido…estoy en paz.

Potato-eaters (Camila Gugolj)


           Era una noche de tormenta . Dentro de la casa hacía frío y no había mucha luz, ya que con suerte teníamos qué comer todos los días. Mi familia trataba de no hablar del tema frente a mí, pero yo sola me daba cuenta. Vivíamos con mis tíos. Mi padre salía a trabajar todos los días pero mi madre no podía ya que estaba enferma de tuberculosis. Vivir dentro de esa casa la estaba matando día a día.                                                                                                                                                         Esa misma noche llevamos a mi madre de urgencia al hospital más cercano, el doctor dijo que no le quedaba mucho tiempo de vida. Sentía que no podia hacer nada para salvarla. Ella pudo hablar conmigo unos minutos, su voz sonaba cansada. Me dijo que nunca deje de luchar al igual que ella, que estudie y que haga lo posible por ayudar a mi padre.  Pasé toda la noche en el hospital. A la mañana siguiente mi tía me despertó, mi madre había fallecido.                                                           
        Luego de su muerte, mi perspectiva sobre la vida cambió totalmente. Comencé a trabajar, mis notas en el colegio eran las mejores. Poco a poco mi padre, mis tíos y yo pudimos reformar la casa. A los 18 años, ya terminado el secundario, me fui a estudiar a Worcenter, Inglaterra. Me costó mucho dejar mi pueblo natal y toda mi familia allá. Pero sabía que si lograba recibirme y ser alguien el día de mañana  los problemas de mi familia podrían resolverse. No pasó un solo día en el que no me acordara de la charla que tuve con mi madre la noche antes de su muerte.                                        
       Es el día de hoy en que yo, el que se encuentra junto a la columna, soy el inmunólogo más conocido de Inglaterra. Y también dono mis servicios a la gente pobre.