domingo, 3 de julio de 2011

El amor en el tiempo (María Clara López)

Creo que la mejor forma de comenzar esta historia es presentándome. Soy Mary Sparks. Si pudiesen observar  este cuadro con detenimiento, podrían ubicarme en el puerto junto a  toda esa gran multitud de gente. Sí, yo estoy allí, como lo he estado todas las tardes desde hace 35 años. Sólo observando a los barcos que se acercan, con unos ojos llenos de esperanza,  esperanza de poder  verlo acercarse hacia mí tal como él lo prometió.
Tengo 57 años, y después de 22 años que llevo haciendo esto no me he rendido. Lo conocí a John cuando era una niña, prácticamente nos criamos juntos en un pueblo en las afueras de Texas, Estados Unidos . Nuestros padres trabajaban en el mismo negocio ganadero en el campo y vivíamos a medio kilómetro de distancia.  A los 18 años comenzamos a estar perdidamente enamorados uno del otro, así que al cumplir los 20 decidimos casarnos. Se aproximaba la Primera Guerra Mundial de la cual nuestro país no quedó afuera.  El 24 de julio de 1919 (John y yo llevábamos dos años felizmente casados) llegó a casa esa carta que luego cambió nuestras vidas, lo llamaban a John a formar parte de La Fuerza Armada de Marines de los Estados Unidos, y debería partir en menos de un mes. Recuerdo muy bien nuestras últimas semanas juntos y la maravillosa noticia que recibimos durante ese período, estaba embarazada de dos meses de mi único y amado hijo Henry. Todo estaba perfecto, John viajaría el 20 de agosto de 1919 para regresar  en marzo de 1920, y en abril de ese mismo año recibiríamos juntos a nuestro bebé. Prometí escribirle cada día durante su ausencia, y él por su parte prometió  regresar para continuar nuestra maravillosa historia. No fue así,  recibía cartas de él cada semana durante cinco meses, la guerra avanzaba y empeoraba cada vez más, pero el amor me mantenía fuerte.
Una lluviosa tarde de diciembre llegó la carta que nunca nadie quisiera recibir. John había desaparecido en un inesperado ataque de los franceses y nadie lo había vuelto a ver, lo dieron por muerto. Pero yo no me rendí jamás y no pienso hacerlo.  Crié a Henry sola con toda la fuerza que me había dado el amor de mi marido mientras estuvimos juntos, aún no pierdo la esperanza de encontrarlo por eso lo espero y lo esperaré aquí por siempre.

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