viernes, 1 de julio de 2011

LAS AMAPOLAS (LUCIA BERZE)

SANGRÍA AL COMIENZO DE LOS PÁRRAFOS
            ¡Estoy muy cansada! A pesar de este hermoso día soleado de principios de verano, mi corazón se siente agobiado por el peso de mi angustia.
Salgo a caminar por los prados florecidos con mi sombrilla y mi sombrero favorito. Trato de sonreír a mis hijos y vecinos al cruzarlos por el camino…pero no sé hasta cuando podre ocultar la verdad. Mi esposo, el gran pintor, el artista más reconocido y respetado de este pequeño pueblo en el que vivimos, me mira con amor, mientras pinta la escena de este hermoso campo de amapolas. Sus ojos me miran y sé que ha llorado, seguramente inquieto ante la perspectiva de un futuro incierto.
           Estoy muriendo. Los médicos nos han dado pocas esperanzas. Dicen que la tuberculosis es mortal en estos días y temó al sufrimiento.
          Mientras pienso y camino por el campo, el color de estas flores inunda mis pupilas. A lo lejos, mi hijito pequeño corre con alegría, intentando cazar mariposas. Una suave brisa acaricia los pétalos y mis cabellos bajo el sombrerito blanco.
         De pronto, el viento se detiene y siento un remolino alborotando mis pies. Un dolor profundo en el pecho me obliga a parar y llamar a Claudio, mi esposo, con la mano. Nervioso y preocupado, corre a mi lado y me toma entre sus brazos. En ese instante, me desmayo. Siento su voz que me llama a lo lejos y las voces de mis hijos gritando mi nombre. ¡Qué extraño! En este momento sólo siento el sonido del viento que me acaricia con una suave melodía. El dolor ha desaparecido…estoy en paz.

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