domingo, 3 de julio de 2011

Sólo hay que querer (López María Julieta)

Había vivido allí desde que tengo memoria. Mi nombre es Jonathan Hierson, y nunca conocí a mi familia biológica. Fui criado por un humilde pescador comerciante llamado Frank, y su esposa Jena.  Vivíamos en una gran ciudad, llamada Braunklin, ubicada en un archipiélago en medio del Atlántico. Nunca había salido de allí, hasta cumplir los 17. Fue en 1800, la economía de la ciudad  estaba empeorando, y la gente del pueblo trabajaba el doble para conseguir lo indispensable. Recuerdo muy bien esa noche, discutían sobre mí, de que ya no podrían mantenerme, y planeaban mandarme a las fuerzas armadas, para que el Estado se encargara de mis necesidades, que ellos ya no podían cubrir. Pero ese no era mi proyecto; quería viajar, conocer el mundo, había escuchado historias sobre civilizaciones más avanzadas, . ¿Quién sabe? Por ahí encontraría algún sistema económico que salve la economía de nuestra ciudad, y logre llevarla adelante.
         Al plantearles la idea a mis padres, su primer reacción fue de desaprobación, me creían muy pequeño como para mantenerme solo, y si me daban su permiso, se sentirían responsables por cualquier desgracia que pudiese sufrir. Pero ya habían hecho su deber conmigo, debían dejarme ir. Me sentía preparado, había ahorrado desde pequeño un penique por día y eso me ayudaría para mantenerme el primer tiempo solo. Finalmente, los convencí, prometí visitarlos cada primavera y escribirles frecuentemente. El 24 de octubre de 1802 me embarqué en la fragata La María, como empleado de servicios. Definitivamente, no era la tarea más agradable, fregar pisos, lavar la ropa, y demás. Pero siempre desde abajo se empieza a subir.  Tiempo más tarde, recibí noticias de mis padres de que la ciudad había superado la crisis. Me alegré mucho por ellos, ya no estaría tan preocupado, y ellos vivirían más tranquilos.
 Me fue bien (debo confesar) Actualmente soy capitán, de una flota de 3 barcos, pero todos los 24 de octubre vuelvo a Braunklin, mi lugar natal, para visitar a mis padres, que siempre están  esperándome, en la isla este  del hermoso archipiélago.
 A pesar de haber conocido muchísimos lugares, ninguno se compara con este, con su cálido ambiente, y dulce paisaje. Disfruto tanto al volver, porque me reencuentro con la gente que me quiso desde siempre. 


"Gran vía Bilbao" de Antonio Brugada

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