sábado, 2 de julio de 2011

Place du Forum (Amy Hortis)

   Las paredes de ese bar podían contar muchísimas historias de diferentes clientes que lo visitaron alguna vez. Al fin de cuentas llevaban por lo menos 150 años de servicio. Pero hasta ese día no podrían haber contado una historia como ésta.  
   Yo trabajaba como agente secreto para una gran empresa de Estados Unidos y estaba en la que sería la misión más importante de mi carrera. Mi objetivo, junto con mi compañera Olivia, era atrapar con vida a C. Towne. Este hombre era la mente detrás de una organización de terroristas que conspiraban contra nosotros y lograron evadir todas nuestras estrategias para atraparlos, pero no esta vez.
   Las pistas nos guiaron al punto de encuentro donde se llevaría a cabo la última reunión antes de poner el plan en marcha. Un pequeño bar en Arles, Italia. Ahí se juntarían los dos primeros al mando como un encuentro casual, evidentemente así no levantarían sospechas.
   Al llegar, el bar no se veía como un lugar donde dos líderes terroristas se juntarían. Que astutos. Nos pusimos en posición. Olivia se sentó en la primera mesa ocupada de la izquierda, y yo me apoyé sobre la pared, al lado de la puerta. Unos minutos más tarde, dos hombres se sentaron en la mesa a la izquierda de Olivia. Towne vestía un saco oscuro y su acompañante, conocido como Collin, un saco rojo.
   Luego de un tiempo Collin se dirigió hacia el interior del bar, pasando al lado mío. Traté de no mirar en su dirección pero al darme vuelta pude notar que él no había reparado en mí mientras se dirigía a los baños. ¡No podía ser que se hubiesen dado cuenta! Cuando confirmé que había entrado por la puerta del baño para hombres, busqué a Olivia con la mirada y descubrí que ya no se encontraba ahí. Corrí hasta la calle y pude ver que Towne doblaba la esquina sujetando a Olivia. Corrí y seguí el mismo camino que ellos habían tomado, y al doblar la esquina los encontré enfrentados a mí. Towne sujetaba con una mano la boca de Olivia y con la otra sostenía un arma apuntando a la cabeza de ella. No pude soportar ver a la mujer que amaba en esa situación espantosa y actué impulsivamente sacando un arma del bolsillo interno de mi saco. Towne no esperaba una reacción así, quizás esperaba minutos de silencio mirándonos fijamente. Olivia aprovechó esos dos segundos de vacilación del hombre para pegarle en el pecho con su codo y luego dejarlo inconciente con otro. Después de todo éramos profesionales... Collin llegó un segundo después de este acto y ahí fui yo el que no lo dudó: saqué mi arma y hábilmente nos liberé de esta segunda amenaza.
   Muchas veces desde entonces volví al bar. En sus paredes ahora puede leerse una nueva historia con un final de amor escrito entre Olivia y yo.

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