martes, 28 de junio de 2011

Amigos (Micaela Pozzi)


     Les voy a contar mi historia. Yo soy la del medio y me llamo Holly y los chicos que están a mí alrededor  son mis mejores amigos, con los que pasaba las vacaciones todos los veranos hasta que hubo una última vez. Hubiese querido que ese verano no hubiésemos ido.
    Todo empieza un verano, cuando nuestros padres deciden ir a la costa por dos semanas a Carilo, que era un lugar muy tranquilo y muy divertido. Cuando mi mama me lo contó, fui corriendo a agarrar el teléfono y llamar a mis amigos y cuando les conté la noticia se entusiasmaron tanto como yo. Ya no podíamos esperar a armar las valijas y partir. Llegado el momento, comenzamos a preparar las valijas. Yo me llevaba la mayoría de la ropa casi siempre que íbamos a algún lado. Mi papá cargó todo en el auto y partimos. Yo me fui con mis mejores amigos en un auto. Ellos eran como mis hermanos, eran con los que siempre jugaba en la calle y con los que querría estar por el resto de mi vida. Luego de siete horas de viaje, llegamos a la cabaña que habían alquilado mis padres y los padres de mis amigos. Había tres dormitorios, dos para nuestros padres y uno para mis amigos y para mi. Ya era de noche ese día, así que cuando llegamos a la cabaña nos organizamos, desarmamos las valijas y nos fuimos a dormir para al otro día poder ir a la playa y disfrutar del día. A la mañana siguiente nos levantamos y desayunamos. Con los chicos estábamos planeando ir a la playa ya desde la mañana hasta la tarde y llevar una canasta con el almuerzo y la merienda. Nuestros padres coincidían con nosotros. Así que preparamos sándwiches de jamón y queso y llevamos leche con chocolate. Terminamos de preparar la canasta, nos cambiamos y nos fuimos a la playa. Fue el mejor día. Hicimos castillos de arena y jugamos con el agua. Pero los papás de  mis amigos no querían que vayan al mar porque siempre se acercaban mucho. Esto era todo los veranos, siempre la misma historia. No les iba a pasar nada. Siempre nuestros padres estaban atrás por lo tanto no nos podían ver. Pero confiaban en nosotros plenamente. A la noche, salimos a pasear y a comer, los chicos y yo fuimos a los juegos del sacoa donde nos divertimos un montón.
    Todo cambió al otro día, nos levantamos, nos preparamos todo, nos pusimos protector para el sol porque estaba muy fuerte y nos fuimos nuevamente a la playa. Recuerdo ese día como si fuese ayer: el mar estaba fuerte pero nuestros padres pensaban que el mar estaba siempre igual por lo tanto no se preocupaban mucho. Ellos sabían que no íbamos tan adentro porque se lo prometíamos todos los días. Nos metimos al mar, estábamos jugando a la mancha. Me tocaba a mi ser la que tenía que atrapar así que empezamos a jugar pero de repente uno de mis amigos desapareció. Fue en un segundo. Fuimos corriendo a decirle a nuestros padres, llamaron a los salvavidas pero no encontraron nada. Esa noche nos volvimos, lloramos todo el viaje y no quise salir de mi casa por una semana. Fue la peor tragedia que pudo haber pasado, perder a uno de mis mejores amigos. Desde ese día, no hubo más vacaciones a la costa y mis padres siempre están pendientes de mi en todo lo que hago.

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