martes, 28 de junio de 2011

La Carga (Santiago Echeverria)


            Yo soy ése, el que está arrodillado a la izquierda del caballo. Seguramente se estarán preguntando qué hacía yo, Francisco Pizarro, en semejante revuelta llena de terror y violencia. La historia que les contaré a continuación les ayudará a entender este acontecimiento.
            Era una mañana soleada en Barcelona. Yo como todos los días iba camino a mi empleo. Pare unos minutos en una esquina en la cual pedí a uno de los mejores lustradores del pueblo que hiciera su trabajo con mis zapatos. Luego seguí caminando hacia mi trabajo. Yo era un trabajador en una empresa textil muy importante en España, pero cuando llegué a mi destino me di cuenta de que eso estaba por cambiar.
           Al tratar de entrar a la empresa me encontré con una multitud de gente protestando e insultando. No entendia de qué se trataba pero lo averiguaría. Después de largos minutos de intriga me informaron que habían despedido a la mitad del personal y que los habían reemplazado. Esto era algo inaceptable para todos nosotros pero en estas épocas qué más podíamos esperar. Era 1902 y el gobierno tenía un gran poder represor.
         Nos juntamos entre todos y sacando conclusiones decidimos hacer una huelga en la cual no trabaríamos hasta que los puestos de estos empleados fueran devueltos. La protesta comenzó al mediodía, y teníamos un gran apoyo del pueblo español. Hasta que la tormenta llegó, cientos de soldados de la guardia civil a caballo comenzaron a atacarnos y a reprimirnos. Todo era un descontrol, la gente corría por todas partes, mujeres, niños, jóvenes en el piso siendo golpeados por la guardia. Y ahí estaba yo, un hombre confundido y desolado que por haber querido hacer el bien perdió su trabajo, un estilo de vida y afortunadamente no su vida. Me arrepiento completamente de haber formado parte de esa conspiración en contra del gobierno, ya que de alguna forma u otra todos sabríamos cómo terminaría.

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